PUNTO DE LLEGADA
Por José Jiménez
La coyuntura de los últimos días de agosto nos pone en frente lo que parece ser y se le llama lucha de clases.
Esta forma de llamarle al conflicto y confrontación de las clases sociales, en una polarización y por un cambio de una contra las demás, entre ellas o de unas contra otras, para imponer, defender o oponerse por sus intereses, es tajantemente negada por políticos y conductores de derecha en general, tránsfugas, mas uno que otro de izquierda coptado, aún cuando en su juventud la estudiaron en una de las tres prestigiosas universidades del país o en el extranjero, apadrinados de algún prestigioso profesor de izquierda académica.
La coyuntura contiene momentos intensos. El primero y que se aprecia a veces como de generación espontanea, es en el que brotan a la superficie y se pone a la vista el efecto de tensiones acumuladas con un sentido dramático en un grito, de una exclamación desesperada, de ya no poder soportar mas la presión o el castigo; la situación de crisis abierta afectante, reconocida por el resto, reclamando el actuar e imponerse a quienes reniegan; el choque, momento en que por la fuerza o en un acuerdo, una negociación, establecen un nuevo orden de composición y se da una definición, una solución con triunfador y vencido en uno o en varios actores.
Se ocupa el espacio público más simbólico del país, el corazón político nacional en donde se origina la identidad del pueblo mexicano, el zócalo de la ciudad de México. No es necesario ocupar los zócalos de los estados cuando se ocupa el zócalo nacional y con esa imagen se manda el mensaje que el problema expuesto es de ese carácter. Lo que ahí pase tendrá un alcance en esa dimensión, lo que ahí se diga o haga, en un dialogo, negociación, acuerdo o en cerrazón, uso de tanquetas con chorros de agua y represión, afectara a todo el país.
El espacio público en esta ocasión es ocupado por los indignados y afectados maestros de México. Afectados por décadas en lo salarial, económico, social y laboral, ahora se les carga por reformas constitucionales, la responsabilidad de las deficiencias y fallas de la educación, cuando es una responsabilidad del estado. Se dice de los errores de los libros de texto gratuito, la pregunta es quien los hizo o en la realidad quien los mando a hacer y firmo de aceptado después de pago sin revisar para dar un visto bueno. Parece ser que eso tiene responsabilidad que no es de os maestros, sino de los funcionarios que tienen la facultad y responsabilidad al respecto.
El gobierno federal debe aceptar que el tratamiento al tema, que instrumento y ordeno vía la maquinaria de linchamiento mediático no resuelve y ya se agoto con el efecto bumerán que ya es perceptible a su desgaste, perder credibilidad la voz del gobierno y sus comparsas, así como inservible para que el gobierno tomara una decisión de fuerza y se tuviese aprobación para ubicar responsabilidades, disminuir costos y asumirse como poseedor de la fuerza legitima. En este efecto la comisión de derechos humanos local y nacional fueron afectadas por sus posturas y declaraciones confusas.
Es esta la respuesta que anuncia un costo político y social a la reforma educativa, viene la aún en proyecto reforma energética con cambios en la constitución que anuncia la incorporación y movilización de más sectores y clases sociales.
Se suma a este escenario, en el ámbito local el caso de un gobernante del DF que es llevado por la izquierda pero que hoy su actuación se interpreta como apéndice de la presidencia de la república, sin voluntad, sin decisión propia; una elección contaminada de representantes del primer nivel de participación, de los comités ciudadanos; un clima de violencia del que antes se tenia distancia pero que hoy con hechos enfrente hace asemejarse con poco mas a menos de la violencia continua y sostenida en otras entidades del país; de una crisis política cruzada con una crisis económica que deja entrever el secretario de hacienda y organismos internacionales de que México esta en lo más profundo de un bache económico.
Se aprecia ya que la salida a esta situación de coyuntura y de la entrada a una crisis política puede ser al lado del uso de la fuerza, en la que dejan ver que ir a mas del uso de chorros de agua, lo que llevaría el conflicto y luego la crisis a escalar a nivel nacional, con alto costo político y social, perdiendo todos. Del lado oficialista se deja ver que no hay voluntad de ceder, cambiar o por lo menos moderar, así dicen tajantemente que la reforma educativa va porque va, así como las demás reformas.
Así el primero de septiembre es el punto de llegada de esta coyuntura de lucha de clases o cuando por la causa de las reformas estructurales neoliberales las clases sociales se pelean, o llámenle como quieran.