Mundo: Vigilancia preventiva en la sociedad del miedo
(Por Raquel Schrott y Ezequiel Miodownik)
Biodiversidad, 12 de junio.- Nuevos propietarios para nuestros datos personales. “Vamos hacia arquitecturas cada vez más carcelarias y vamos hacia el modelo de la vigilancia preventiva. Te vigilo para que no hagas, te vigilo para que no te reúnas, te vigilo para que no hables con tu vecino, te vigilo para que no te movilices, para que te quedes en tu casa, yo te cuido.
Vamos hacia arquitecturas cada vez más carcelarias y vamos hacia el modelo de la vigilancia preventiva. Te vigilo para que no hagas, te vigilo para que no te reúnas, te vigilo para que no hables con tu vecino, te vigilo para que no te movilices, para que te quedes en tu casa, yo te cuido…” Recientemente, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires inauguró el “Centro de Monitoreo Urbano”, un emprendimiento que según nos explica el blog[1] del propio gobierno es el “más grande, importante y moderno del país”.
En esta instalación se montaron 20 puestos de control con 50 operadores que trabajarán 24 horas por día los 365 días del año, monitoreando la actividad de 170 cámaras iniciales que comienzan a transmitir sus imágenes al centro de monitoreo. El centro constituiría “un gran avance en la seguridad de los vecinos de la ciudad”, que se sumará a emprendimientos similares desparramados por las capitales más populosas del mundo luego de haberse desatado la guerra global contra el terrorismo, la fiebre de la inseguirdad y la cultura del miedo hacia “los otros”.
La Agencia de Noticias Biodiversidadla conversó con Beatriz Busaniche, de la Fundación Vía Libre, para conocer cuánto de cierto hay en afirmar que estos sistemas ayudan a reducir los índices delictivos, y cuánto esconden las políticas que hoy tienden a modelar los comportamientos sociales y a almacenar gran cantidad de información sobre la vida de las personas.
– Hay un nuevo plan para aumentar la cantidad de cámaras de vigilancia en la ciudad de Buenos Aires, ¿qué análisis hacés al respecto?
Está muy instalado, no es un tema que pase sólo acá en Buenos Aires, de hecho está instalado a nivel internacional, la idea de instalar cámaras como medida preventiva del delito. Londres es la ciudad que tiene mayor porcentaje de cámaras por habitante. Una persona común y corriente que sale todos los días para ir a su trabajo, para hacer su vida normal, cotidiana, está siendo filmada en promedio unas 300 veces por día.
Trescientas veces es el promedio, así que eso da la pauta de que pueden ser muchísimas más las veces según donde te muevas. Esa persona deja un rastro de hacia dónde va, con quién se ve, con quién se junta, cuáles son sus costumbres cotidianas, por lo menos 300 veces por día. Ese es el tipo de instalación que se planea hacer.
Acá en Buenos Aires se empezó hace unas dos o tres semanas. Mauricio Macri con la ex vicejefa (de gobierno) Gabriela Michetti, que participa de estas actividades como actos de campaña, presentó un nuevo centro de monitoreo y la instalación de 170 cámaras. El objetivo es llegar a 500 de aquí a fin de año. Esto es claramente su campaña en el tema seguridad.
Estas cámaras están instaladas en distintos lugares de la ciudad y lo que hacen es registrar los movimientos de la gente, observar todo el tiempo qué es lo que hace la gente. Ahora están instaladas prioritariamente en la zona del microcentro, y el análisis que uno hace de este tipo de políticas puede ser muy amplio. Da para escribir cantidades de análisis en relación a esto, pero hay dos o tres puntos que son importantes.
El primer punto es ver qué ha pasado a lo largo de lo años en las ciudades más vigiladas. Tokyo, Londres y Nueva York son las ciudades que tienen el récord de vigilancia callejera, lo mismo pasa en Barcelona. En general en las grandes ciudades se está tendiendo a esto. Un primer resultado que está documentado por universidades en Inglaterra es que la tasa de delito no ha bajado, sino que ha seguido aumentando normalmente.
Digamos, hay un aumento regular de las tasas de delitos, por lo tanto hay una prueba concreta de que este tipo de políticas no revierten el aumento de las tasas de delito que se cometen, no tienen éxito, no cumplen el objetivo para el cual se las pretende o se dice que se instalan. Sin embargo las cámaras se siguen instalando, por lo tanto uno puede empezar a pensar que tienen otros fines, que no es necesariamente la prevención del delito.
Otra de las cosas que se ha estudiado en Inglaterra, que es bueno conocer, es que la mayoría de los casos ha servido más que nada para monitorear minorías, para fines diferentes de la prevención del delito. La vigilancia se centra más que nada en poblaciones que tienen alguna característica que las hace sospechosas. Por ejemplo, minorías raciales, minorías culturales, todo va en la línea de afianzar los prototipos de la imagen del delincuente, la imagen del sospechoso.
En esto por supuesto los pobres, los cartoneros, los oscuros, son los primeros que caen dentro del patrón de “los sospechosos”, reforzando la idea de “los negritos”. Los pobres son foco de vigilancia. Está comprobado además en Inglaterra que son las poblaciones más detenidas sin causa, más vigiladas, y posteriormente detenidas sin ninguna causa más que el color de su piel, su pertenencia a una minoría, su pertenencia un grupo social o a un grupo político. Este tipo de medidas refuerzan ese tipo de tendencias en la sociedad.
– ¿Existe algún marco regulatorio para este plan?
Hay varios marcos regulatorios que se tocan con este tipo de medidas. De por sí las leyes que regulan la instalación de las cámaras dicen que debe estar definido el lugar donde están, deben estar señalizadas, no deben ser cámaras ocultas. Se debe saber dónde están, y si te fijás en la zona del microcentro vas a encontrar los carteles donde dice “aquí hay una cámara”. Esto no se hace porque esté bueno poner los carteles, sino porque por ley deben estar señalizadas..
¿Qué pasa con mis datos personales? Hay un montón de datos personales sobre los cuales yo tengo derechos personalísimos, y uno de esos datos personalísimos es mi imagen. Si alguien me filma, yo tengo derecho a saber qué hacen con esa filmación y cuál es el destino de esos datos.
Ha pasado en una universidad de Inglaterra, por ejemplo, que se ha descubierto que en gran medida muchas mujeres han sido víctimas de filmaciones dirigidas a sus partes íntimas. Muchas de estas filmaciones han sido hechas con fines netamente de seguimiento sexual. Uno no sabe quiénes son las personas que están detrás de las cámaras y que están manejando esas cámaras, y se ha encontrado en Inglaterra que una de cada diez mujeres ha sido observada minuciosamente en sus pechos o en su trasero, usando las cámaras.
Uno imagina que la gente que está haciendo este trabajo debe llegar un momento en que el “embole” debe ser tal que deben ponerse a jugar con las cámaras, de manera que uno no puede saber ni puede controlar. Se han registrado muchísimas tomas y muchísimas imágenes, muchísimos acercamientos a partes íntimas de mujeres, cosa que no tiene ningún sustento legal, judicial ni nada por el estilo.
Cada ciudadano, por el principio constitucional de Hábeas Data[2] y por la “ley de protección de datos”, tiene derecho a saber qué se hace con sus datos, dónde van a parar esos datos, quién tiene esos datos y qué datos tiene. Por lo tanto uno debería saber quiénes manejan esas filmaciones, qué se hace con ellas, en qué manos caen. En muchos casos estos son servicios que se contratan a terceros.
El Gobierno en muchos de estos casos está contratando a empresas que se dedican a la vigilancia, por lo tanto muchos de estos datos están en manos de empresas privadas que no sabemos qué hacen, y no solamente en el caso de las cámaras callejeras que está instalando el gobierno de Macri, también nos pasa cuando vamos a un edificio de estas torres de grandes empresas que nos sacan fotos, nos piden número de documento antes de dejarnos pasar. Cualquier persona que haya ido a cualquier empresa del microcentro ve cuáles son los sistemas de vigilancia.
– Hay una colaboración activa de los vecinos que ofrecen sus comercios para la instalación de cámaras. Existe una aceptación generalizada de la gente a este tipo de políticas de seguridad.
De hecho ayer estaba viendo un video que publicó el diario La Nación en su versión en línea donde entrevistaban a los vecinos, y la queja de los vecinos era que las cámaras estaban en el microcentro y que “no están llevando las cámaras a mi barrio”, “quiero las cámaras en mi barrio” era la protesta, el reclamo de los vecinos.
El problema es que está muy instalado, y de hecho, por este artículo (El Panóptico de Mauricio) recibí insultos diciendo cosas como “vos debés tener algo que esconder”, “a vos porque nunca te pasó nada”, cosas muy fuertes, muy insultantes[3]. La gente tiene miedo y ese miedo está construido, no sólo por la real existencia del delito, nadie va a negar que existen delitos, muy construido desde los medios de comunicación.
Con un interés muy claro, que la gente no esté en la calle, que la gente no esté en el ámbito público, que la gente se resguarde en su casa y que la gente tenga miedo del otro, y si ese otro es un militante social, un piquetero, un activista, un negro, un cartonero, aún más miedo tiene que tenerle. El otro es el enemigo, esa es la construcción. “Si vos sos un ciudadano de bien, no tenés nada que ocultar”, por lo tanto si te filmo es por tu “protección”, esa es la lógica que impera, cuando en realidad está probado que la vigilancia no reduce el delito.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que en gran medida el delito al que el ciudadano común, de a pie, vos, yo, cualquier vecino tiene miedo, es aquel delito que comete un chico que pasado de paco, no tiene ninguna oportunidad en su vida, sale a robar para conseguir más paco, y se hace un círculo vicioso del cual honestamente ninguna cámara lo va a sacar. No hay efecto disuasor frente a una realidad donde no hay ninguna oportunidad.
Muchas de esas personas a las que se les tiene miedo, son personas que no conocen otra cosa, que no han tenido otra oportunidad en la vida. Que su único futuro es morir bajo una bala policial, caer “en cana”, o tener la suerte de vivir hasta pasados los 20 años. Eso es una realidad social que la cámara no soluciona y no va a solucionar.
– ¿Crees que los que podrían llegar a resistir este avance en los métodos de vigilacia son justamente los movimientos sociales y activistas que salen a las calles?
Sí, exactamente. Lo que pasa es que es muy fuerte el poder de los medios. Los medios jamás van a decir el dineral que se está inviertiendo en estas medidas de vigilancia. Sí, la seguridad es un tema importante, pero también lo es el hecho de solucionar el problema de fondo, en lugar de gastar fortunas para vigilarnos a todos, cosa que no va a tener ningún resultado concreto porque las ciudades que ya lo han hecho han probado que no lo tiene..
– En este avance de los mecanismos de control social, ¿ves alguna relación con el uso masivo que la gente le da a las nuevas teconologías entregando su privacidad e intimidad sin realizar un análisis crítico?
El problema es que estamos naturalizando cosas que son muy peligrosas. Un derecho, como lo es el derecho a la intimidad, es algo serio, pero el problema es que lo estamos perdiendo, porque un derecho que no se ejerce es un derecho que se pierde. La única forma de defender nuestros derechos es activamente. El derecho a la intimidad es un derecho que estamos perdiendo a una velocidad tremenda, básicamente porque la gente no lo aprecia, no lo valora. Se está instalando la moda de mostrarse.
Si toda una sociedad está pendiente, o un porcentaje muy alto de la sociedad, está pendiente de cosas como “Gran Hermano”, como los reality shows, como esta cosa de mostrarse todo el tiempo, de que “si no estás en Facebook[4] no existís”, realmente se está instalando como moda el mostrar todo. La gente no se da cuenta de que la banalización de la pérdida de un derecho es realmente peligrosa.
Te dicen “pero bueno, que te va a pasar”, “no seas paranoica”. Está bien, un poco de paranoia no está mal tener en estas cosas por lo menos. Pero fijate como queremos que nos vigilen, que nos vigilen para sentirnos “seguros”, y después no somos paranoicos frente a los vigilantes, a poner en internet toda nuestra información íntima sin tener idea de qué es lo que puede estar pasando del otro lado, o quién tiene el acceso a eso.
El tema es que se ponen de moda cosas como Facebook, como Twitter[5], y nadie lo analiza críticamente. Hay muy poco análisis crítico de esto. Hay un uso muy irresponsable de las tecnologías y no hay un debate claro sobre esto. La gente en general no sabe lo peligroso que es poner su intimidad en Facebook.
También tenemos que ver que tenemos una sociedad profundamente desmovilizada, que no tiene un espacio público de debate, no hay, no existe un espacio público de debate de estas cuestiones. El mundo académico, que sería un mundo desde el cual uno esperaría debates profundos de estas cosas, no está presente, está muy rezagado en estas discusiones. Y los medios por supuesto, los medios son empresas.
Uno no puede esperar de los medios un debate profundo sobre estas cuestiones porque no les interesa, y porque además son parte de los que están detrás de esto, así como el negocio de las campañas políticas con esto y el negocio de cualquier empresa que está haciendo esto. Lo que tenemos que hacer es darnos un espacio de discusión de estas cuestiones de manera urgente, porque avanzan a velocidad.
Hoy se pone de moda algo y en un mes ya tiene 20 millones de usuarios en el mundo. Las velocidades con la que operan este tipo de cosas es impresionante, pero bueno, es dar un debate serio y aprender a usar las tecnologías.
– ¿Crees que la ciudad avanza hacia el desarrollo de una arquitectura carcelaria?
Totalmente, de hecho, si uno ha leído “1984″ de Orwel[6], tampoco quiero crear pánico, pero es importante ver cómo se construyen estas cosas. Un esquema totalitario como el de Orwel no se construye de un día para el otro, se construye en años, y estos son pequeños pasos que da una sociedad hacia esto. Obviamente no estoy diciendo que vayamos a llegar a eso.
Una sociedad que está estrictamente controlada, es una sociedad donde los márgenes de libertad de un ciudadano van cada vez más acotados. Todo el mundo tiene vida privada y no quiere que ciertas cosas se sepan por más que esas cosas no sean un delito. Todo el mundo tiene algo que no quiere que se sepa. No conozco a nadie que sea capaz de decir, “sí, puedo mostrar todo lo que pasa en mi vida, todo lo que siento, todo”, porque eso no sería lógico.
Pero sí, vamos hacia arquitecturas cada vez más carcelarias y vamos hacia el modelo de la vigilancia preventiva. Te vigilo para que no hagas, te vigilo para que no te reunas, te vigilo para que no hables con tu vecino, te vigilo para que no te movilices, para que te quedes en tu casa, yo te cuido. Es una sociedad que yo no quiero.
para la Agencia de Noticias Biodiversidadla .
»»Notas:
[2] Cuando entidades públicas o privadas poseen datos (en archivos o cualquier otro medio técnico) destinados a proveer informes, que supongan una discriminación hacia alguna persona, podemos exigir la supresión, rectificación, confidencialidad o actualización de esa información. Todos tenemos el derecho a tomar conocimiento de los datos referidos a nuestra persona y a saber cuál es la finalidad de los mismos.
La protección integral de los datos que poseen los registros o bancos de datos está prevista en el art. 43 de la Constitución Nacional. Sin embargo, es la ley 25.326 (Protección de datos personales) del año 2000 la que nos proporciona más información respecto a la posibilidad de cuidar nuestros datos personales. El objetivo principal es garantizar el derecho al honor y a la intimidad de las personas, como también el acceso a la información que de las personas se registren. (Consulta a Abogada UBA, Tomo 81 Folio CPACF)
[3] El artículo escrito por Beatriz Busaniche “El panóptico de Mauricio”, publicado por el portal Canal-Ar el 4 de junio de 2009, se puede leer completo aquí.
[4] “Creamos Facebook con el objetivo de facilitar que compartas información con tus amigos y la gente que te rodea. Cuando te registras en Facebook, nos proporcionas cierta información personal como tu nombre, dirección de correo electrónico, número de teléfono, dirección postal, sexo, colegios a los que has ido, así como otros datos personales o relacionados con tus preferencias. Cuando entras en Facebook guardamos el tipo de navegador que usas y tu dirección IP.” (http://www.facebook.com/)
[5] Twitter es un servicio para “los amigos, la familia y los compañeros de trabajo para comunicarse y estar conectados a través del intercambio de la respuesta rápida a una pregunta sencilla: ¿Qué estás haciendo?”. (http://twitter.com/)
[6] “Lo más característico de la vida moderna no era su crueldad ni su inseguridad, sino sencillamente su vaciedad, su absoluta falta de contenido.” 1984, novela de George Orwell. (http://es.wikiquote.org/wiki/1984)•
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