17 Dic.2009 – El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, expresó durante su discurso en la Cumbre de Copenhague, que las naciones desarrolladas e industrializadas no pueden poner sus intereses económicos por encima del bien común de la humanidad, que actualmente sufre los efectos del calentamiento global producto de las emisiones de gases de efecto invernadero que expanden estos países.
Lula da Silva consideró que los países ricos deben ayudar a los pobres por medio del financiamiento económico y tecnológico para mitigar sus gases contaminantes, pues «el cambio climático es un problema de todos, es el problema más serio de la humanidad».
Asimismo, aseguró que la ambición de reducir los gases contaminantes «no tiene sentido, si no existen compromisos claros en corto y largo plazo en Copenhague, no podemos conformarnos».
«Los países desarrollados deben de tener metas ambiciosas con la reducción de gases. Debe ser una reducción de 25 por ciento para el 2020 en relación con las emisiones actuales, debe de mitigarse hasta en un 40 por ciento si es posible», señaló el mandatario brasileño durante su intervención en la plenaria.
Para el presidente Lula da Silva la conferencia sobre el Cambio Climático «no debe ser un juego donde uno esconde las cartas y esperar a que los demás pongan sus apuestas, esto sería tarde y todos perderíamos».
El mandatario explicó que su país tiene las matrices energéticas más limpias del mundo, con un 45 por ciento de energía renovable y de biocombustible, que ayuda en buena medida a no contaminar al medio ambiente.
Asimismo, señaló que el esfuerzo de reducción de gases contaminantes le costará a la nación 16 mil millones de dólares anuales hasta el 2020, pero aseguró que el gasto valdrá la pena porque será un esfuerzo no sólo para Brasil, sino para el mundo entero.
Lula da Silva instó a los gobernantes del mundo a utilizar herramientas similares y realizar gastos lo suficientemente necesarios para luchar contra el calentamiento global, así como también tomar en cuenta el Protocolo de Kioto, que busca contribuir de manera global con la reducción de gases en el mundo.
El mandatario manifestó durante su alocución que espera que las promesas que han hecho los países ricos por combatir el calentamiento global «no se conviertan en un espejismo», pues enfatizó que «es inaceptable que las naciones pobres y menos contaminantes sean los primeros afectados» por las emisiones de gases de los industrializados