Palabras del Embajador de Cuba en México Manuel Aguilera de la Paz
durante el acto de Presentación del Informe de Cuba contra el Bloqueo.
Por decimoctava ocasión consecutiva, el miércoles 28 de octubre de
2009, el gobierno cubano presentará a la consideración de la Asamblea
General de las Naciones Unidas el proyecto de resolución titulado
«Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero
impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba».
Como se recordará, el pasado año 185 Estados miembros votaron a favor
de esta resolución, lo que constituye una muestra casi unánime del
rechazo de la comunidad internacional a la política genocida del
gobierno norteamericano contra Cuba y a la aplicación de leyes
extraterritoriales contrarias a la Carta de las Naciones Unidas.
La ofensiva mediática y diplomática desplegada por el gobierno de
Estados Unidos, podría inducir erróneamente a la creencia de que ha
comenzado a desmontarse el bloqueo contra Cuba. Sin embargo, nada está
más lejos de la verdad.
A pesar de las expectativas de la comunidad internacional, la llegada
al poder de una nueva Administración norteamericana no ha significado
un cambio en la aplicación del bloqueo, que hasta diciembre de 2008
había causado un daño económico directo al pueblo cubano, calculado de
modo muy conservador, superior a los 96 mil millones de dólares, que
ascendería a 236 mil 221 millones de dólares, si el cálculo fuera
realizado a los precios actuales del dólar norteamericano.
Las regulaciones publicadas el pasado 3 de septiembre están
estrictamente ceñidas a cumplir algunas de las promesas de campaña
realizadas por el Presidente norteamericano, y no a modificar el marco
jurídico sobre el cual se asienta la política de bloqueo y su
continuada aplicación. Según lo anunciado, el gobierno norteamericano
eliminará las restricciones impuestas por el régimen de Bush a las
visitas y remesas de los cubanos residentes en los Estados Unidos a
sus familiares en Cuba. Asimismo, se autorizará a empresas
estadounidenses a realizar determinadas operaciones de
telecomunicaciones con Cuba, lo cual sigue sujeto a que se modifiquen
otros lineamientos restrictivos que impiden su real aplicación. Aunque
dichas medidas constituyen un paso positivo, son extremadamente
insuficientes y limitadas. Continúa en pie y en plena aplicación el
complejo entramado de leyes y disposiciones administrativas que
conforman las bases legales de la política del bloqueo, las que están
dirigidas a la destrucción de la economía cubana, y no existen razones
para pensar que la Administración tiene la voluntad de flexibilizarlo.
Un ejemplo claro de ello es la decisión adoptada por el Presidente
Obama, el 14 de septiembre pasado, de prorrogar la aplicación contra
Cuba de la Ley de Comercio con el Enemigo, aplicable sólo en casos de
guerra o emergencia nacional, y sobre la cual se basan las primeras
regulaciones del bloqueo contra Cuba de 1962.
El informe presentado este año por Cuba al Secretario General sobre el
cumplimiento de la resolución 63/7 de la Asamblea General de la ONU
(puede leerse en el sitio web
www.cubavsbloqueo.cu/Informe2009/index.html
), revela numerosas
acciones realizadas en el último año por autoridades de EE.UU. para
multar, confiscar y entorpecer transacciones cubanas y de terceros
países hacia Cuba, aportando suficientes argumentos y ejemplos que
demuestran cómo el bloqueo continúa aplicándose con todo rigor y sigue
siendo el principal obstáculo al desarrollo económico y social de
nuestro país, así como para su recuperación tras el paso de los
devastadores huracanes que lo azotaron en el 2008.
El Presidente de los Estados Unidos, pese a la existencia de leyes
como la Helms-Burton, conserva amplias facultades ejecutivas, como las
licencias, mediante las cuales podría modificar la aplicación del
bloqueo, si tuviera una verdadera voluntad de cambio. Por ejemplo,
podría autorizar la exportación de bienes y servicios cubanos a los
Estados Unidos y de los Estados Unidos a Cuba; podría permitir a Cuba
adquirir en cualquier parte del mundo productos que contengan más de
un 10% de componentes o tecnología de los Estados Unidos, con
independencia de su marca u origen; podría abstenerse de perseguir,
congelar y confiscar las transferencias de terceros países en dólares
estadounidenses y otras monedas, dirigidas a entidades y nacionales
cubanos; podría suspender la prohibición a embarcaciones de terceros
países de atracar en puertos de los Estados Unidos hasta 180 días
después de haber tocado un puerto cubano; podría también suspender la
persecución a las empresas y entidades financieras que comercian y
operan con Cuba; y podría permitir a los ciudadanos estadounidenses,
mediante licencias, viajar a Cuba, único país del mundo que se les
prohíbe visitar.
La permanencia de esta política continúa siendo una violación
flagrante, masiva y sistemática de los derechos humanos del pueblo
cubano. Viola también el Derecho Internacional, porque es contrario a
los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, a las
normas del sistema internacional de comercio y la libertad de
navegación. En su esencia y sus propósitos, continúa siendo un acto de
agresión unilateral y una amenaza permanente contra la estabilidad de
un estado soberano.
Considerando hechos precedentes, no podría descartarse que, en
vísperas de la votación sobre el bloqueo contra Cuba, el gobierno
norteamericano anuncie medidas adicionales que, sin desmontar ningún
elemento esencial del bloqueo, persigan el fin de confundir a los
Estados miembros y a la opinión pública internacional.
El hecho cierto e indiscutible es que la administración Obama
permanece sin atender el reclamo abrumador de la comunidad
internacional, expresado en la Asamblea General de Naciones Unidas año
tras año, para que se ponga fin al bloqueo contra Cuba y este
permanece intacto. Por ello, la solidaridad continúa siendo
imprescindible en esta lucha contra la agresión económica, que se
mantiene ya por más de cinco décadas.
Pese a todo, la Revolución cubana celebra victoriosa y segura su 50
aniversario.
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