Hipocresía de los chapulines perredistas
Y su desesperada persecución del presupuesto
Raúl O. Morales
Ciudad de México.- Con desesperación y denuedo, los perredistas con chamba en las secretarías de gobierno en esta ciudad, hace pocos meses furibundos enemigos de Obrador, por arte de magia se promocionan, después de su derrota electoral, como los más fieles promotores de Morena. Vaya sorpresa.
Esperan que no se contrate a morenistas o verdaderos especialistas en los sectores, sino que como han acostumbrado por años y años, puedan reciclarse una vez más, después de haber defraudado a la ciudadanía. Y seguir gozando de los beneficios de manejar el presupuesto público.
Si la población votó en contra de su partido, el PRD, fue porque la ciudadanía se sintió ofendida por la forma como gobernaban, cómo trataron a la gente y porque no sirvieron a la sociedad sino se sirvieron de ella.
Por eso se votó: para que salieran del gobierno, completamente, para que no estuvieran ahí ni un sólo día más. Se requiere otro tipo de funcionarios de todos los niveles.
Pero los hábiles maniobreros, como sea, quieren mantener sus chambas. Mientras en dependencias como Secretaria de Gobierno, la infame Sederec, Desarrollo Social y Descultura S.A. usaban el presupuesto para sí mismos, y desde ahí alimentaron sus bases anti obradoristas y corruptas. Ineptos y arrogantes, dieron un pésimo servicio y usaron sus cargos para beneficiar a sus bases políticas. Inventaron y crearon expertos, concejos, asesores, asociaciones, grupos de beneficiarios entre sus aliados. Hay que revisar cúanto apoyo se dio a los ciudadanos y organizaciones y cuánto se gastaron en sí mismos, el criticable porcentaje es… escandaloso.
Pero hoy sufren de conveniente amnesia repentina. Milagro. Ya no recuerdan que el presupuesto se usó su beneficio y no para el de la ciudadanía. Fingen olvidar que combatieron los valores y principios de Morena. Pero los ciudadanos sí recuerdan su prepotencia y el trato arrogante que ofendió a los votantes. Estos funcionarios sin memoria financiaron los proyectos de su misma gente, dieron talleres y cursos para su gente, fueron acusados de vender espacios para eventos públicos, segregaron a quienes no eran de su grupo, se contrataban entre sí, inventaron sus propios especialistas y trataron de mostrar una falsa imagen de éxito que no fue de la ciudad sino la imagen de los beneficios a sus propios grupos de apoyo político. Eso es desverguenza y corrupción.
Se votó para no verlos más ahi, nadie quiere a esa misma gente aunque bailen y se pongan la máscara de moda. Por su nefasto desempeño la ciudadanía votó por un cambio. La ciudadanía capitalina no quiere saber más de funcionarios eternos, chapulines, que brincan de un lado a otro y que siempre monopolizan presupuestos y suplantan la realidad con sus farsas vergonzantes. Se necesita un nuevo gobierno, con gente nueva, formas diferentes y mejores de servir al pueblo, con ética y con respeto, otro tipo de servidores públicos que estén al servicio de la ciudadanía y no de sus bolsillos ni de sus bases sociales o políticas. No se debe reciclar a los actores de la corrupción. Se requiere que el cambio sea profundo y verdadero. O si no, cualquiera que sea la camiseta del partido del día, la ciudadanía, sintiéndose traicionada, seguramente votará otra vez para sacarlos de los cargos que no merecieron antes y menos pueden merecer ahora.