Por Lucy Rivera
Tanto a Conaculta como a la Secretaria de Cultura del Distrito Federal en México, les pasa de noche, el arte y cultura de nuestro país, pues prefieren exportar y contratar a artistas y proyectos culturales extranjeros que promover – como debería ser su obligación – el arte y la cultura producidas localmente. Con los argumentos de que los productos que se realizan en la ciudad de México y a lo largo del país, son chiquitos, panfletarios o «chafas», las nuevas autoridades demuestran ser malinchistas y extranjerizantes, promoviendo un arte y una cultura abiertamente derechista, argumentando una «universalidad» ausente en producciones y productos culturales y artísticos con ideologías derechistas en sus contenidos y etnocentrista europeo o norteamericano en sus técnicas.
Les pasa de noche que este año se cumplen 102 años del Movimiento Muralista Mexicano, cumplidos a partir del primer mural ejecutado en la iglesia de San Pedro y San Pablo – un fresco titulado «El Árbol de la Vida» de Roberto Mondragón -, Movimiento que puso en la órbita planetaria de la cultura y el arte a México y lo convirtió en un centro mundial de las artes visuales, admirado por propios y extraños.
Lo mismo sucede con los 76 años de vida del Taller de Gráfica Popular, conocido mundialmente como el cronista gráfico de la historia mundial y que influyó en lo que hoy son las artes gráficas y el diseño mundial. Prefieren pagar de nuestros impuestos a vivales de las letras como el derechista Mario Vargas Llosa que con el pretexto de haber recibido un Nobel inmerecido, se ha dedicado a denostar a la izquierda internacional en todos lados. Olvidando que México tiene una narrativa propia que es polo de influencia mundial como el haber sido cuna del hoy género de best sellers conocido como la «narconovela», que cumple trece años de haberse publicado en México la primer narconovela del mundo «El Miniño» de Mario Ramirez Centeno.
Estos y muchos acontecimientos más les pasa de noche a las nuevas autoridades, ensimismadas en su mareante abismo de poder económico, que les vela el juicio y los hace olvidarse que su período termina en unos cuantos años y tienen que pagar sus errores de frente a la historia de la pujante realidad cultural y artística de nuestro país, toda una potencia cultural en el mundo.