Florence Cassez: La Suprema Corte de Justicia en México y la Suprema Injusticia
Por Lucy Rivera
Solamente puede suceder en México
Después que el ex presidente francés regañara al ex presidente mexicano Felipe Calderón Hinojosa por detener a Florence Cassez, una secuestradora francesa juzgada y condenada en México, y que con prepotencia le exigiera su libertad, el día de hoy, en el marco de una nueva presidencia que apenas se estrena, la Suprema Corte de Justicia re evaluará la posibilidad de liberar a la secuestradora francesa por motivos de presuntas inconsistencias en el juicio, pero no de inocencia.
Solamente puede suceder en México que aparentemente no puede deshacerse de su servilismo colonial, que se libere a delincuentes por órdenes de los países del «primer mundo» y que se permita que muchos inocentes pugen condenas en nuestro país por ser pobres, indígenas y simples connacionales. ¿Quizá los pobres mexicanos no tienen el dinero para comprar voluntades o no califican por no ser de sangre europea, o no tienen la belleza de los actores de telenovelas?
Por otra parte, la política antipopular y de intolerante derecha que caracterizó el Siglo XX logró una legislación insólita donde se protegen solamente los derechos de los criminales pero no los de las víctimas, y la primera ley que atiende a las últimas apenas ha sido aprobada por iniciativa del nuevo gobierno que encabeza Enrique Peña Nieto y que aún habremos de esperar para ver los resultados.
El día de hoy Olga Sánchez Cordero analizará el proyecto que hoy se discutirá, ya Arturo Zaldívar Lelo de Larrea planteó liberarla anteriormente y José Ramón Cossío también se pronunció en ese sentido. Se arguye que hubo inconsistencias y montajes en el juicio, pero no de descartó la culpabilidad, ni la ofensa a la sociedad, ni la violación a las leyes penales.
Tal pareciera que en México los derechos humanos sólo sirven para ganar la impunidad de los poderosos, para proteger los derechos de los delincuentes con dinero, para garantizar la sumisión del gobierno mexicano ante los países del Primer Mundo. Y digo que lo parece porque no vemos en los medios ni el las preocupaciones de la Suprema Corte a los pobrísimos juanes y marías que caminamos por las calles, por la marginación que sufrimos, por el poco beneficio que en el campo de derechos humanos recibimos, por la profunda desigualdad económica que vive el país.
Pareciera que para ellos no importamos, aunque diariamente seamos víctimas de la delincuencia. Pero sí que les importa una secuestradora francesa, juzgada, y condenada. Cierto que si fue juzgada con inconsistencias esto no debiera ser aceptado y deben respetarse sus derechos pero también el derecho de la sociedad víctima de la delincuencia. Si es culpable no debe quedar libre. Aunque a los presidentes los regañe el gobierno francés. Y la llamada Suprema Corte de Justicia haría bien en desvelarse por la liberación de los muchos presos indígenas inocentes, en supervisar elecciones justas, en garantizar el cumplimiento de la Constitución en materia de derechos económicos y soberanía y no de liberar culpables de delitos.
Si un proceso tuvo inconsistencias esto debiera resolverse corrigiendo el proceso, sin duda, pero no forzosamente absolviendo culpables. Porque el delito no se sustenta en el proceso, sino crea su identidad a partir de la ofensa a la sociedad a a sus leyes. Los procesos deben ser justos, sin duda, pero la sociedad debe protegerse de los delincuentes y la justicia debe velar por la paz y la seguridad civil y no por la impunidad.