Sobre la frase de Fidel: “el modelo cubano ya no funciona ni para nosotros mismos”
Patria Grande, 9 sept. 2010 – El furor mediático intenta tergiversar las declaraciones de Fidel al periodista Jeffey Goldberg. No obstante, pese a los esfuerzos de las agencias de noticias internacionales hay una verdad contundente: quien conoce la realidad cubana sabe el espíritu de la declaración de Fidel. Cuba, una isla paradisíaca y socialista situada a 90 millas de Estados Unidos ha pasado cerca de medio siglo desafiando al imperio más poderoso que ha sufrido la humanidad.
El cuestionamiento en torno a los supuestos planes de exportación del modelo cubano, mereció una respuesta soprendente: “el modelo cubano ya no funciona ni para nosotros mismos”.
El llamado modelo cubano ha permitido a esa nación sobrevivir un bloqueo económico especialmente diseñado para negar la adquisión de productos vitales para el desarrollo de la República socialista.
Pese al prolongado bloqueo, Cuba garantiza a su población la ingesta de alimentos que precisa para mantenerse saludable. El Estado brinda atención de salud de calidad a todos sus ciudadanos: desde una aspirina y hasta la más compleja cirujía. Cuba cuenta con la mayor cantidad de médicos per cápita del mundo, tantos que han logrado enviar a sus galenos a misiones internacionalistas que atienden a millones de seres humanos en distintos rincones del planeta. Ese país pobre y del tercer mundo, asediado, perseguido, ha logrado la proeza de contar con el más bajo índice de mortalidad infantil de La Tierra.
En éste epopéyico recuento hemos de mencionar que la isla brinda a su población educación gratuita y de calidad desde las primeras lecciones hasta el nivel universitario. Los logros de Cuba son monumentales y no pueden reducirse a las palabras.
Fidel es un revolucionario autocrítico. Su propia barba es un símbolo de la constante revisión a las que somete las políticas de la Revolución en Cuba. Alguna vez reveló que se la afeitará el día que sienta que ha dado un buen gobierno a su pueblo. Nunca ha estado conforme.
No es de sorprender que el propio Fidel emita una dura crítica al llamado “modelo cubano”. El propio periodista, Jeffrey Goldberg, se confesó tan sorprendido de la aseveración que de inmediato pidió explicaciones a Julia Sweig, del Consejo de Relaciones Exteriores.
Sweig aclaró que Castro “no estaba rechazando las ideas de la Revolución. Yo lo tomé como un reconocimiento de que bajo el ‘modelo cubano’, el Estado tiene un papel demasiado grande en la vida económica del país”.
Goldberg señala que Cuba empieza a promover la existencia de un sector privado más grande, e inversión. Pero Estados Unidos se niega a participar por “la política hipócrita y estúpidamente autoderrotante del embargo”.
Ya absuelto por la historia, Fidel no necesita de defensas.
La impresión de Goldberg
Goldberg fue invitado a La Habana por Fidel Castro después de publicar un artículo sobre la creciente posibilidad de un conflicto armado entre Israel e Irán.
En la primera parte de su reportaje publicado ayer, Castro reitera su preocupación por cómo ese conflicto podría escalar fácilmente en una confrontación nuclear con Estados Unidos. Instó al líder de Irán a reconocer la historia del pueblo judío y evitar el antisemitismo, y advierte a la vez que Israel no podrá obtener su seguridad hasta deshacerse de su arsenal nuclear.
La primera entrega, como esta segunda, se publicaron en el sitio de Internet de la revista The Atlantic, la cual también publicará en su versión impresa una versión de la entrevista.
El resto del reportaje sobre su visita con Fidel en esta segunda entrega está dedicado a describir la “sorprendente” invitación al acuario, donde hubo otra sorpresa: el encuentro con Celia Guevara, hija del Che.
Goldberg cuenta que Castro los invita a ver el espectáculo de los delfines en el acuario de La Habana, proclamado por el comandante como el mejor del mundo. Goldberg le informa que tenían una cita con Adela Dworin, presidenta de la comunidad judía cubana, y Castro le dice que también la inviten, y van todos.
Al llegar a ver el espectáculo, Castro le presenta a Guillermo García, director del acuario, y le dice a Goldberg que le pregunte por los delfines, y el periodista le responde que “qué clase de preguntas” puede hacer, a lo que Castro responde: “eres periodista, haz buenas preguntas” y agrega que García no sabe mucho de delfines de todas maneras ya que es físico nuclear. García lo confirma.
¿Por qué dirige usted el acuario?, pregunta Goldberg, pero es Castro quien contesta: “Lo pusimos aquí para evitar que construya bombas nucleares”, y suelta a reír.
Al continuar con la entrevista supervisada por Castro, García llama a la veterinaria del acuario para responder a una pregunta. Es Celia Guevara. Antonio Castro, hijo de Fidel, quien está en toda esta aventura, explica que “al Che le gustaban mucho los animales”.
Después del espectáculo, que Castro disfrutó intensamente, Goldberg confiesa que Fidel tenía razón: es el mejor espectáculo de delfines que el reportero jamás ha visto (y explica que, como padre de tres hijos, ha visto muchos).
Goldberg informa que habrá otra entrega en los próximos días en la que abordará temas como el bloqueo, la religión en Cuba, los disidentes políticos y la reforma económica.