Como en eco escuchamos…
Por Miriam Ruvinskis
Fuente: La Guirnalda Polar
http://lgpolar.com
Ya no nos caben las palabras dentro de la boca. De la indignación hemos pasado a una indiferencia pasiva que nos convierte en hombres, mujeres y niños aceptando un destino lleno de caos y violencia.
Somos un México sangriento.
Lo que impera es la más completa inseguridad, el caos y una guerra abierta contra nosotros mismos. Somos el sistema y nuestros propios enemigos.
Tras el vil y cobarde asesinato del candidato a la gobernatura de Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú no quedan palabras. Hoy Ciudad Victoria, Tamaulipas está inundada en sangre.
Corren hilillos de muerte tiñendo nuestro presente.
Como siempre México ha alzado su voz y se compromete a no descansar hasta hacer justicia, una justicia que flota al igual que la transparencia herida de los volcanes.
México ha pasado a ser un país bestial, adherido a una falta total de moral y principios que nos conlleva hacia un anarquismo incontrolable.
Enfermizos y decadentes pensamos que son los demás.
Donde no hay reglas ni control, donde impera la falta de valores no existe nada.
Hoy decimos y protestamos para que en crescendo siga la oleada irresistible de violencia.
Y es que lo que verdaderamente está pasando ha rebasado nuestro alcance.
Es tal la violencia que nos circunda que se ha vuelto cotidiana, en la calle, en nuestro hogar, un libro abierto dividiéndonos.
¿Cómo seguir creciendo en un país donde la pobreza crece y la desesperanza es el pan de cada día?
¿Qué hacer con tanta desigualdad ? ¿Dónde encontrar trabajo? ¿Cómo zafarnos del eco de violencia y tanta droga? ¿Cómo escondernos de tanta corrupción?¿Cómo eliminar tanto sexismo?
Pareciera que hemos perdido la memoria. Bajo un caparazón falso arrastramos los restos de lo que antaño fuimos.
Un asesinato hoy y mañana otro más.
México rojo está a la orden del día y muy al fondo la vieja convicción de que habremos de cambiar.
Sin embargo flotamos en el estiércol de un gran canal seco, creemos sentir y constantemente nos inunda la rabia y el desafío, el enojo y la frustración.
Un asesinato más que habremos de enterrar en la memoria, una larguísima lista que sigue añadiéndose, mientras que el México de antaño se evapora, un sueño, un suspiro, un dejar de ser hasta la nada.