Partido del Trabajo
Comisión Ejecutiva Estatal
Febrero 2010
Lineamientos base de discusión en el proceso de elecciones de Participación Ciudadana
1. La historia reciente de la Participación Ciudadana en la ciudad
Las elecciones vecinales durante el Priato en la ciudad buscaban construir liderazgos (eligiendo Jefes de Manzana y Presidentes de Colonia) a partir de la gestión social de manera corporativa, de tal suerte que a partir de las necesidades de la población manipulaba recursos con los Comités Vecinales (verticales y presidencialistas), despensas de Conasupo, tarjetas de Liconsa, terrenos para vivienda, casas construidas, obras públicas y otra serie más de beneficios con la condición de que los habitantes de la ciudad se inscribieran en sus organizaciones. Así nacieron muchos movimientos y organizaciones de corte corporativista afiliadas al PRI en la época en que “todos cabemos en al partido”, mientras no te conviertas en oposición o disidencia.
Luego, con el ascenso del PRD al poder en el DF, después de una serie de fenómenos políticos y del desastre natural del terremoto del 85, la participación ciudadana comenzó un camino autogestivo desde las organizaciones de damnificados y de demandantes de vivienda, lo que le ayudó a crear una plataforma de autogestión ciudadana, independizando a los grupos sociales del control corporativo y ayudó a desarrollar la conciencia del poder de la organización ciudadana autónoma y dio carta de naturalización a la protesta social a través de marchas, mítines y plantones, lo que abrió nuevas formas de expresión de la ciudadanía, en su búsqueda de democratización de la ciudad. La gestión social corporativa comenzó a verse como una trampa del pasado e incluso hoy es una obligación del ciudadano realizar en persona sus trámites ante las ventanillas institucionales o través de una carta poder delegar en otra persona el proceso de trámite, para los casos justificados.
Sin embargo, hay ocasiones en que la atención individual en ventanilla no satisface la demanda social y surge la necesidad de llevar a cabo otros procesos de gestión, a través de los mecanismos organizados así como los ya parcialmente legitimados de la marcha, el mítin, el plantón y otras formas de protesta social que han servido para acelerar trámites, renegociar programación de obra y otros asuntos por los cuales se moviliza la ciudadanía. La participación social y ciudadana, al reducirse las atribuciones de los hoy comités vecinales, busca distintas formas de expresión ante la nula existencia de un contrapeso al poder ejecutivo delegacional. Es importante que las demandas presentadas por la movilización social adquieran un carácter con valor jurídico y que las autoridades se obliguen efectivamente a darles atención en tiempo y forma.
2. El estado laico que heredamos de la Independencia, la Reforma y la Revolución de 1910, esta basado en un sistema de pesos y contrapesos que deriva en una separación de poderes en cuanto a sus funciones para crear leyes y sancionar presupuestos en el cuerpo legislativo; en ejercer la justicia legal con el cuerpo judicial y el realizar funciones de ejercicio ejecutivo con el presidente, su gabinete y organismos del ejecutivo (el cuerpo ejecutivo). Sin embargo, aunque la ciudad cuenta en forma centralizada con esa división de poderes, ésta no se expresa satisfactoriamente en las delegaciones. Estas continúan siendo escenarios de carro completo ya no sólo para el partido en el poder del DF sino de los micropartidos que lo componen conocidos como “corrientes”: corriente del PRD que llega al poder en las delegaciones busca aniquilar o desvanecer a las otras. Y no se diga el trato que se le prodiga a los otros partidos. De tal suerte que el desequilibrio de poderes en las delegaciones genera una sobrerepresentación antidemocrática de minorías de la población delegacional; aunque estas sean mayorías internas de un solo partido. Es importante que la reforma política y la elección de los comités y consejos ciudadanos, le den atribuciones de cabildo ciudadano a las representaciones de los ciudadanos para lograr un contrapeso ciudadano que no existe ahora ante el poder omnímodo de los delegados en la ciudad de México, y las corrientes o subgrupos políticos que están al servicio de sus propios intereses y alianzas.
3. La categoría social “ciudadano”, puede tener trampas reduccionistas, pues reduce a los seres humanos a simples “electores”, dejando de lado otros aspectos de la realidad, tanto individual como colectiva, como puede ser la lucha de clases, la economía, la cultura y la lucha por la conservación del medio ambiente y que tiene distintas formas de lucha, no resueltas sólo en el ámbito electoral, como puede ser el ahorro de energía eléctrica que requiere de apagar cotidianamente la luz y desconectar los aparatos eléctricos cuando no estén en uso, etc.
De igual manera el ver a la ciudadanía por encima de las clases sociales y su realidad económica, cultural y ecológica, desvanece realidades de las comunidades de la ciudad, dentro de sus barrios, colonias y unidades departamentales, como lo es la opinión de los niños y jóvenes acerca la realidad de la ciudad y de sus escuelas, al no darles espacio para expresarse, reduciendo los derechos de los habitantes de la ciudad para sólo aquellos que tengan edad de votar. Sin olvidar realidades de las mayorías trabajadoras, de pobreza real y pobreza extrema que habitan en la ciudad. También es importante incluir ampliamente formas de reconocimiento, expresión y servicio a la clase trabajadora, mayoritaria de la ciudad y evitar que procedimientos burocráticos rasuren a esta clase trabajadora de los padrones electorales de la misma.
Por eso es importante que el Partido del Trabajo, en la presente coyuntura de discusión y elección vecinal, apueste por la categoría de “ciudadano trabajador” y “ciudadano marginado económicamente” con el fin de reconocer y organizar a la población del DF en torno a sus demandas mayoritarias que son las demandas de los trabajadores. Mejores y más baratos servicios de salud, mejores y más baratas viviendas, mejores y más baratos espacios culturales, mejores y más baratos servicios de transporte, limpia, agua, mejores salarios, mejores oportunidades de desarrollo económico, desaparición o reducción del impuesto predial y toda una serie de demandas del ciudadano trabajador no atendidas. Así como prestarle atención a la participación ciudadana desde temprana edad, otorgándole espacio de expresión a los niños y a los jóvenes en las nacientes representaciones ciudadanas. Garantizar los derechos ciudadanos individuales dentro de los derechos ciudadanos colectivos debería ser otra apuesta para la democratización de la ciudad, para así continuar con la labor de los derechos ciudadanos universales que promovió la administración de Andrés Manuel López Obrador en la ciudad.
4. Los barrios y pueblos originarios; son la expresión concreta de las culturas milenarias prehispánicas que heredamos, y que forman parte de la realidad cotidiana de los mexicanos en las distintas formas que adoptan las culturas de la ciudad. Los derechos, las demandas y realidades de los barrios y pueblos originarios tienen que ver con el origen de la ciudad y la nación su cultura viva y actuante, por lo que legislar y defender a los barrios y pueblos originarios tiene que ver con los miembros de los pueblos originarios pero también con su carácter de culturas vivas, por lo que hay que tomar en cuenta también a las distintas expresiones sociales, dinámicas e interactuantes de las organizaciones y así como las acciones de las culturas de los jóvenes, incluso si son contraculturales, las culturas de los barrios populares y las que se han formado por otros aspectos sectoriales y sociales.
Febrero 2010
Comisión Ejecutiva Estatal