Manual de Organización para los Haitianos
José Tlatelpas
El escritor Mario Ramirez Centeno que formó parte de las brigadas de rescate, organización y solidaridad con los damnificados del terremoto de 1985 en la ciudad de México y fue sobreviviente también del terremoto de San Francisco de 1989, nos habla de algunas recomendaciones de organización para Haití. En primer instancia nos refiere que en un primer período el caos total fue provocado por la simple actitud indiferente de la policía y el ejército, como sucede ahora con los ejércitos extranjeros que en vez de ayudar a la población sólo realizan tareas de acordonamiento y patrullaje. Luego vino un período a partir del tercer día en que la población se empezó a aglutinar en los centros de convocatoria como los centros culturales y organizaciones no gubernamentales, donde comenzaron a organizarse de forma territorial, pues la primer tarea era conseguir alimento pero sin dejar las casas aunque estuvieran derrumbadas. Los rescates no se hicieron esperar y se salvaron a sobrevivientes hasta el día quince a partir del primer día del desastre. Luego vinieron los campamentos de damnificados que nos fuimos aglutinando en organizaciones por territorio, pues se corría el peligro de que fuéramos despojados de nuestra vivienda los diferentes vecinos, en donde se dividieron las tareas según las necesidades inmediatas y de seguridad o autodefensa. Se comenzaron a organizar en listas de damnificados por predio o casa dañada para hacerlas llegar a las ONG´s nacionales e internacionales que ayudaron a reconstruir la ciudad.
Así nació la CUD, Coordinadora Única de Damnificados, que aglutinaba a distintos esfuerzos organizativos de damnificados de forma territorial, pues organizarse por necesidad no tiene caso pues las necesidades son diversas y todos las comparten por igual, no por separado y la forma natural de aglutinación es por territorio. Así como en el rescate que para la remoción de escombros y la carga y distribución de alimentos se organizó a través de cadenas humanas en los centros de aglutinación natural y luego cundió de forma generalizada en una forma de autoorganización, así es importante que para Haití comience el primer germen de organización y autodefensa para hacer llegar tanto el agua como los víveres a todos los rincones de Haití. Lo primero es levantar las listas de damnificados casa por casa, calle por calle y zona por zona, hasta concluir en una Coordinadora Nacional de Damnificados de Haiti, que trate de centralizar los distintos esfuerzos organizativos.
Lo primero es no dejar que la gente abandone los terrenos de su casa si esta se colapsó, o su vivienda si aún está en pie o donde rentaban o habitaban, pues el formar parte de la comunidad de damnificados y vecinos le otorga los primeros derechos de beneficio. El no salirse del territorio, manteniendo el contacto con la ayuda externa y buscar las representaciones que canalizan la ayuda, es una tarea importante. Las listas eliminan problemas de caos en la distribución y fundar mandos que todos obedezcan para ejecutar tareas de supervivencia, autodefensa y representación ante instancias de ayuda externa es lo que se llama organizarse. Hacer que cunda el ejemplo en un contexto de excepción política, social y militar es el llamdo a la autoorganización, pero si nadie lo inicia, puede ocurrir que tome el control el pandillerismo, las mafias o que sean tentados los norteamericanos a construir un paraíso inmobiliario o turístico para norteamericanos retirados, o entregarles el país a los bancos internacionales para que les hipotequen el futuro a los haitianos con los recursos de la solidaridad, ante el despoblamiento del país. Es por eso importante la canalización de recursos a partir de Fundaciones locales y organizaciones de los mismos haitianos para que esto no quede en manos de vivales o de burócratas que lucran con la ayuda humanitaria.